jueves, 31 de octubre de 2013

56 ¿ABAJO LA MARIHUANA?

Grafitti
¡Lebu qué libre es Lebu, quién lo defiende lo quiere más, qué libre es Lebu!
---¡Cállate, coño, cállate!---le ordena asustado Juan a su primo Luis y…
Demasiado tarde.
---Identificación ciudadano.
--- ¿Por qué?
--- A ti por cantar.
--- ¿Y a mí?
---Por seguirle la corriente y no decirle lo malo que canta.
---Pero…. ¿usted le va a hacer caso?
--- ¡Claro! Son las tres de la mañana, no son horas de cantar.
--- ¡No le haga caso, oficial! Cuando mi primo fuma marihuana, comienza a cantar mentiras.


55 ¡HASTA CUANDO!

Grafitti
Usted se ha comunicado con el LMI (Lebu Muses Institute) Si llama para acordar una cita marque el uno. Si desea conocer por qué las ideas más geniales de todos los tiempos son confeccionadas por la misma musa, marque el dos. Si quiere saber porque los deseos de los negros, no son ni serán jamás de interés para nuestra institución, marque el tres. Si no tiene familia ni amigos incondicionales  en la entidad y llama en busca de una musa, por favor, espere, será atendido por la operadora. Graciasssss…    Graciasssss…    Graciasssss…    Graciasssss…    Graciasssss…    Graciasssss…    Graciasssss…    Graciasssss…    Graciasssss…    Graciasssss…    

54 VIVA LA POESÍA

Grafitti
Lebu. Diez de la mañana. Taller Literario “ El Barco Ebrio”. Un día que no recuerdo ni deseo acordarme....
--- ¿Entendieron el poema?
---No.
--- ¿Seguro que no entendieron el poema?
---No lo entendimos. ¿Algún problema?

---No. Entonces…. ¡El poema está buenísimo y ganará un premio!---contesta alegre el poeta, le paga a sus musas por su sinceridad y continúa haciendo su arte.

53 NO DESMAYAR

Peel Ankala

Protegida por gigantescos roqueríos, atalayas eternos que vigilan el mar, cavernas milenarias que se trocan por oídos, transformándose luego en gargantas taurinas, adiestradas, para alertar.
Por su perpetuo desvelo, las cuencas penden vacías, y cuando nadie las ve, al amparo de la noche, estas enormes y pétreas pupilas, patrullan inmóviles hasta el amanecer.
Y en las entrañas de la tierra, en la densa oscuridad, aun permanece el ondulado y fecundo vientre, que por años ha ofrecido, no sin sangre, su negro mineral, impulsando otrora el progreso de esta histórica ciudad.
Lebu, enclavada en la provincia de Arauco, audazmente, niégase menguar, logrando amalgamar a través de su historia, una heroica y patrimonial galería: El bravo e indómito araucano, el valiente y sufrido minero, el vigoroso y auténtico campesino, el intrépido y esforzado  pescador.
Jóvenes Lebuenses, con coraje, y sin desmayar, cuiden vuestra ciudad.

Un hijo del carbón.

miércoles, 30 de octubre de 2013

52 TELETIPO

Licenciado frío

Agencia TRITÓN, 29/10. 16:32 DAS.- A primera hora de la mañana, el cuerpo sin vida de una joven fue hallado flotando sobre las tranquilas aguas del río Lebu. Sus restos, aún por identificar, evidenciaban una mortal herida en el costado. Un arpón, de tipo ballenero, marca «Moby-Dick», atravesaba de forma escandalosa su cuerpo. Según testigos presenciales, su tren inferior era de pez, contando la víctima con una luenga y gelatinosa cola. Las primeras hipótesis, vertidas por el Comisario a este medio, señalan que podría tratarse ciertamente de una «sirena». Sí, han leído ustedes bien, una «sirena». Y que un pescador de la zona, asustado por lo inverosímil de su pesca, la había dejado allí abandonada.

51 EN MEDIO DEL BÍOBÍO

Borrasca

En medio del Biobío, está Lebu, donde nace la poesía, donde el espíritu navega en busca de la paz encontré en su cielo, la armonía de las estrellas. Que sublime, sutil aroma, me iluminó la luna,  me enseñó la grandeza del clarear, la pureza del rocío.
En medio del Biobío, me ofreció sabiduría, me enseñó a amar sus tierras, llenas de pureza, de begonia, el frescor, de buscar, los cantarines, de la fuente, la inocencia…, del amor…a la llegada. Me encontré hurgando un día, con deseo el desayuno que mi madre preparaba dame fuerzas tierra madre.

En medio del Biobío, de arrancarme el norte que me llevo, he llorado tanto por tu ausencia, a las noches de verano y las lluvias del pasado, las montañas de mis sueños…, el agua nace, de tu ánima debe…, que embellecen  tus parajes.

martes, 29 de octubre de 2013

50 TESORO

Juanjo Perz

No encontró un tesoro o eso era lo que pensaba en ese momento, anochecía nuevamente y desganado caminaba rumbo a la playa cuando, de repente, una mujer salía a su paso.
Pensó en la belleza chilena y como en su país no había mujeres así.
Una sonrisa repentina de ella bastó para que Lebu se iluminara junto con su vida.

Había encontrado, finalmente, el tesoro escondido.

49 DESPERTAR

Juanjo Perz

Sin saber de donde venia el calor repentino que derretía el frió glacial dominante de su alma, se toco la mejilla ardiendo de pasión y se pregunto si aquella mujer, era o no, la culpable del beso que olvido antes de despertar, una vez mas, junto al sol en las playas de Lebu.

lunes, 28 de octubre de 2013

48 MI PRIMER AMOR

Sin seudónimo

Me acuerdo de mi primer amor, era mi vecino, éramos dos niños chicos enamorados, me fui de vacaciones y cuando volví él y su familia ya se habían ido del pasaje sin dejar rastro, preocupada le escribí en su Facebook: oye, ¿dónde estás?, fui a verte a tu casa y no había nada, estaba todo vacío, me envío un mensaje diciendo “lo siento me fui a vivir a Lebu”.
En ese momento no le quería creer, quería pensar de que era sólo una broma, pero con el tiempo me di cuenta de que él en verdad se había ido y que no regresaría nunca más.

47 TEO

Ámbar
Teo le llamaban,  jugaba descalzo con pelotas de trapo y veía faenar ballenas en Boca Lebu. Creció tropezando con el carbón, viendo las regatas  frente a la Aduana. Se durmió un invierno, con el eco de las olas flameando en sus recuerdos.

46 DINKY

Ámbar
Dinky saltaba de alegría al ver el collar. Conocía la ruta y cuando llegaba al extremo del muelle Boca Lebu se lanzaba al mar, desafiando las olas, roqueríos  y algas. Llegaba a la orilla, sacudía su cuerpo y subía corriendo el cerro Tucapel. Desde la gran roca observaba las lanchas, el faro, la tierra que lo vio dormirse quince años después.

45 NAUFRAGIO

Ámbar

El agua rebana mi piel. Atado a este naufragio mis fosas nasales respiran sal. Todos están muertos. Vi la desesperación hundida en sus ojos, escuché los nombres de sus hijos apagarse en la oscuridad. Las luces traen el salvataje. Veo mi Lebu en un abrazo familiar. Vivo. Pero el diente de la muerte mastica mis días, ata el lazo que me salvó a la viga y silencia los nombres de sus hijos que se apagan en mi oscuridad.

domingo, 27 de octubre de 2013

44 ÚLTIMA ESTACIÓN

Emanuel

Sentado, absorto en recuerdos de su natal Lebu, miraba por la ventanilla del vagón a los pasajeros que subían al Metrotren, rumbo a San Fernando. Su ajado rostro y barba de chivo; su raído gabán, color negro; el sombrero de copa, desteñido; gruesos lentes y un bastón, con empuñadura de marfil; le infundían un aire de caballero inglés que atraía las miradas de los viajantes. En su regazo, llevaba una bolsa transparente con radiografías y un sobre con un logotipo de una clínica médica. De su abrigo extrae tres pequeños sobres de veneno para ratas y los examina. La muchacha universitaria, sentada frente a él, intrigada, le pregunta: “¿va a matar muchos ratones, acaso? El anciano levanta la vista, y con una mirada triste, le responde: “No, son para mi decena de gatos regalones y… si alcanza…para un gato viejo y enfermo más”.

43 ALMA DE DÍAS CLAROS

Emanuel

Llegas exangüe, tu expectoración persistente delata el frío invernal que padeció tu cuerpo. Te sirvo café en tu taza favorita y me siento frente tuyo, a evocarte; y  nos miramos…, sólo nos miramos…, en una conversación ausente, pero plena de entendimiento. Te retiras al dormitorio somnoliento, para levantarte pasado el mediodía a esperar silente, en tu sillón preferido, la hora de tu partida; como hace cuarenta años, cuando arrebataron tu existencia y te fuiste para volver. Llega, inevitable, el momento de tu partida y con un beso, impalpable, te despides y traspones el dintel de la puerta, y miro tu figura desvanecerse por la calle con el atardecer crepuscular del crudo invierno de Lebu. La luna es testigo que desde mi tálamo vacío, tal como ayer y anteayer, esperaré tu retorno al despuntar el alba, para recordarte, mirarte y platicar callados. 

viernes, 25 de octubre de 2013

42 EL ACOMPAÑANTE

Mitómano

Cada tarde solía pasar por el lugar, próximo a la Plaza de Lebu, cuando tras un día de fierros y grasas de vehículos, emprendía rumbo hacia su hogar. Dos o tres jovencitas – algunos días una que otra no tanto – solían cubrirlo con su mirada, como invitándolo a pasar. Dentro la música tropical parecía inundar una gran habitación para escaparse por el estrecho pasillo.

Ocurrió que un día, rendido como siempre ocurría con los viernes, una de las jóvenes lo invitó para que lo acompañara. Tardó un instante en darse cuenta que era él a quien se dirigía. Era obvio que su color oscuro de su origen africano lo que lo hizo dudar. Turbado, aunque muchas veces había soñado con aquello, sólo se dejó llevar. Y así continuó ocurriendo cada viernes.  A fin de año le entregaron el diploma como el mejor acompañante de la academia de baile. 

41 CUÍDATE

Mitómano

Nada de lo que ella pudiera decir podría servir como despedida, en aquella breve y última visita al penal de Lebu.
El hombre continuaba con la mirada adherida a las baldosas del estrecho espacio de la habitación.
Ella no pudo esperar más y lo abrazó con fuerzas pero sin saber que decir.
Sólo cuando los guardias llegaron a sacarlo de su celda, lo cogió del brazo un instante y decirle al oído:
-Cuídate – sólo cuando escuchó su propia voz sintió que no debió haberlo dicho.

Cuando levantó la vista el hombre ya lo habían instalado frente al pelotón de fusileros.

40 DOBLE CERO

Mitómano

Ocurrió hace ya algunos años. Fue en la oficina del Registro Civil de la ciudad de Lebu. Cuando Juancho fue a pedir hora para casarse. Era tan temprano que la máquina de los números le entregó el 00. Tras esperar algunos minutos, pensó que aquello era todo un presagio de lo que sería su vida de casado, por lo que se dio vuelta y tras echar el papelito al basurero se alejó sigilosamente del lugar.
Obvio que se quedó para siempre sin saber si aquello pudo ser un buen o mal augurio. 

jueves, 24 de octubre de 2013

39 AL FINAL

Patricio Lorca
Las ruedas dejan de girar y se detiene el sonido del motor. La ligera llovizna que golpea el parabrisas no interrumpe el sueño de Thomas. Una leve sacudida en el hombro lo despierta. Aún somnoliento, el extranjero abre la puerta y baja del auto. Extiende sus brazos y se estira frente al mar respirando hondo e inclinando su cabeza hacia el cielo. A través de las pequeñas gotas que caen sobre su frente ve como las nubes se comienzan a separar. Mira hacia el mar y observa las olas. Una sonrisa se esboza en su rostro.
-¿Esto es lo que querías? -pregunta Claudia.
-Si. ¿Cómo se llama?
-Lebu. 
El desamarra y baja el gran bolso que traía en el techo. Se rasca la barba y pide ver el mapa. No conoce el nombre de lo que busca. Se despide de Claudia.
Sabe que lo encontró.

38 LA MARIPOSA y EL PERRO

Morpheus
Una colorida mariposa se acercó a un perro callejero que estaba acostado en la plaza de Lebu gozando de un lindo sol. Éste, al notar que la mariposa se posaba sobre su nariz estornudó, logrando que la mariposa emprenda su vuelo con rumbo fijo hacia la orilla del río. El perro, juguetón como sólo lo era el, la perseguía. Varios minutos de aleteo desenfrenado de la mariposa pasaron hasta llegar al agua, lugar donde para sorpresa del perro se encontraba un niño, luchando por su vida a la deriva. El perro, haciendo uso de un instinto casi humano, corre a llamar la atención del primer transeúnte que logra ver. El niño rescatado cuenta su historia hasta el día de hoy, acompañado de su fiel perro, nunca más callejero. La valiente acción de la mariposa nunca se contó, mas todas las primaveras siguen apareciendo lindas mariposas en la plaza de nuestro Lebu.

miércoles, 23 de octubre de 2013

37 CANSADO

Morpheus
Estoy sentado en aquel banco que usualmente visito para observar pasar la gente y de vez en vez alimentar los pajaritos, generalmente gorriones y palomas, que libremente vuelan por la plaza de mi querido Lebu. Mi tablero de ajedrez, que me ha acompañado en los últimos 40 años, aún estaba en su lugar, esperando una jugada. Pero, ¿con quién estaba jugando? No lograba recordar. De pronto, un pasante con actitud conocida se detiene, observa el juego por unos tres minutos sin inmutarse que estoy buscando su mirada para entrever su intención y rompe el silencio realizando una movida de jaque mate. Sonríe, coloca su mano sobre mi hombro y me dice: “Hoy gané yo. ¡Tú turno ya llegará!”. No alcanzo a razonar sobre lo recién acontecido cuando de un golpe me despierto. He ahí yo, junto a mi traje viejo de neoprén, esperando la aurora para salir a mi querido mar… 

36 POR SIEMPRE

Morpheus
Ese mar de Lebu, azul profundo e indomable, pacífico de nombre, que baña el horizonte acompañado de incontables crepúsculos de todas las tonalidades, que nutre un centenar de esforzados pescadores artesanales lebunenses, cuyas barcazas esperan la aurora para adentrarse en su labor diaria de la recolección de aquellos preciados manjares de su cuantiosa fauna, albergando las aguas que trae aquel orgulloso río del mismo nombre, cuya histórica importancia ha quedado grabada en un sinnúmero de leyendas Lefkenches y de tesoros ocultos – Lebu mío, por siempre. 

martes, 22 de octubre de 2013

35 EL GORRIÓN

Pablo Mármol

Allí está el gorrión, aleteando contra su ventana. ¡Lebu! ¡Lebu…! Clama él, inconsolable. Mira con pavor el vestido vacío para siempre. Se para en el umbral de la ventana. El gorrión trina invitándole a un vuelo inexorable. Entonces, él, abre los brazos y lo sigue apaciblemente.

34 TE ESTABA ESPERANDO

Mosago
Era una tarde soleada, esa que me anunciaba con su luz intensa, el brillo que me esperaba para recorrer mis bellas calles de Lebu, que se convertían en el punto ideal. Se sentía un cobijo que albergaba, todo mi ser.
La plaza de Armas se pronunciaba en una sola ola de sonidos, retumbantes en mi corazón duro, con el pavimento de aquella plaza que en  instantes volaba, como esos papagayos que llegaban alcanzar, las tibias nubes que lloran profundamente y que simplemente llegaban en ese pequeño rinconcito de mi ríoseco, para albergar mi bellos recuerdos.

sábado, 19 de octubre de 2013

33 PALABRA TRAVIESA

Máximo César
No tengo la más mínima idea de cómo usar esa palabra solicitada, pensaba el escritor, con el cigarrillo entre los labios -el último de la cajetilla- y la hoja en blanco de Word frente a él. No se puede escribir sobre algo que no se conoce, agregó mientras dejaba caer todo su peso en el respaldo de la silla. Él nunca había salido de la Ciudad de México y, a pesar de tener la herramienta del internet a su alcance, no le era suficiente para poder imaginar algo sobre aquel lugar lejano cuyo nombre tenía que figurar en su escrito. Fatigado, cerró la laptop, apagó el cigarro en el cenicero colmado de ceniza y colillas, y se resignó a no poder escribir nada usando la palabra Lebu.

32 A FINAL DE CUENTAS

Máximo César
Orión es el nombre de un cazador mitológico y de una constelación, también es el nombre del perro de mi vecina y del gato que sale en la película de Hombres de Negro, y por si eso fuera poco, al menos hay tres municipios en Estados Unidos y una comuna francesa llamados igual. Esto me hace pensar que, tal vez en algún lugar del universo, existe un grupo de estrellas esperando a ser bautizadas con mi nombre, o que, en algún sitio del mundo, haya una mascota que ya lo porta y, por qué no, hasta un lugar homónimo a mí. A final de cuentas, creo que  Lebu es más común que Orión.

jueves, 17 de octubre de 2013

31 EL HOMBRE BELLO

Sel Paraiso
Viví en la orilla del río Lebu con Sebastián, los rayos del sol me permitían ver cada mañana su cuerpo,  su cuerpo grande, tosco y desagradable. A él le salían pelos en la nariz, se le rizaban los vellos del pecho y pensaba ¿en ti no habrá nada bello?.

Entonces, me preguntaba en voz alta ¿qué es lo bello?, oh amor mío, tenía que decírtelo. Lo bello, en ti, es esa manera tan grotesca en la que ves la vida, en la que te ves a ti mismo. Lo bello es esa mirada por la mañana en la que tus ojos me dicen cuanto me amas, y cuanto temes que el día de mañana finalmente decida dejarte, porque para mi, lo bello que hay en ti no me basta. 

30 LOS SENOS DE ISABEL

Aguja
Isabel, la profesora de Historia de Lebu, era el ideal de mujer para mucho; nos babeábamos cuando pasaba, si hablaba, nos magnetizaba. Lo más impresionante eran sus senos, nos imaginábamos buceando en aquel mar. Una noche, después de la campana que anunciaba la hora del sueño, alguien se percató de que en el albergue de las profesoras había una persiana abierta, Todos vinieron para mi litera, el mejor punto de observación; cien ojos asechaban la posibilidad de ver a Isabel desnuda, y así fue —casi—: se quitó la blusa —los que no se habían decidido, se incorporaron al grupo—, se zafó un tirante, traqueo la litera; se zafó el otro, volvió a traquear, y se vino abajo con toda la carga humana. Seguimos imaginándonos los senos de la profe.

29 ENCUENTRO

Aguja
Se vieron de lejos, ella se detuvo, sonrió gozosa, el caminó más de prisa, algo desordenado, como queriendo acortar la distancia, se sentían solos en medio de la muchedumbre en una calle de la lejana Lebu, quién mas podía interesar, se dieron un beso en plena calle, a las once del día. Caminaron de la mano como si las suma de sus más de cien años no pesaran, y los tantos de matrimonio fueran veinte días y los nietos no estuvieran.
—¿Le ocurre algo, señor?
—Estoy mareado, ¿viste una mujer a mi lado?
—No, mi viejo.

Se agachó, se sentó en la acera y lloró como un niño.

miércoles, 16 de octubre de 2013

28 LETRAS DE AMOR

Bilbo
Él la conoció hace un año atrás en la premiación de un concurso de poesía en la provincia chilena de Arauco.
Desde entonces se habían mantenido en contacto a través de chats y llamadas telefónicas que exacerbaban la imaginación de cómo sería el reencuentro tan anhelado por ambos.
Él viajó directo desde la Habana a la comuna de Lebu, donde ella residía. Un abrazo en el pequeño aeropuerto concretó sus sueños.
Tomaron un taxi en dirección a las orillas del río Lebu,  para allí cumplir lo pactado hace doce meses. Cada uno sacó la mitad de un corazón de cristal –que habían cortado en dos mitades iguales para que durante el tiempo de separación cuidasen celosamente y fuesen unidas otra vez como se habían prometido –
Juntaron las dos partes, la depositaron en las aguas del río y juntos fueron a la premiación del concurso de poesía que acontecía ese año.

27 DON DE PRIMAVERA

Bilbo
Comenzaba a descongelarse el tejado, era hora de revisar si el periodo invernal había causado algún daño.
Para su sorpresa o el invierno había dejado, o los rayos del sol habían traído una pequeña gatica y la habían colocado en la  parte más alta de la casa de Fabián.  Esto no sucedía comúnmente en la región de Lebu.
Se acercó, la tomó en sus manos, caviló un instante  y decidió:” mejor que llevarla a un refugio para animales sería resguardarla en casa”. Esta fue su determinación final.
Era la perfecta compañía para un obrero retirado  de las minas de carbón. Entonces súbitamente descubrió que la pancita de la minina estaba algo abultada. La primavera anunciaba un alumbramiento.

Fabián le acarició su cabeza, contempló la mirada asustadiza de la hambrienta felina y recordó  su solitario y vagante pasado en la Comuna, entonces dijo: a partir de hoy llevarás por nombre Lebu.

26 EL EXILIO

Galia
Prohibieron mi nombre, sellaron mis labios, maniataron mi mente, y me sentí perdido,  sin destino. Decidí tomar otro rumbo,  recorrí lugares, crucé ríos.
La cordillera se alzó imponente y me desafió. Acepté el reto,  me adentré en sus paredes,
y  escalé sus muros escarpados. Ya, del otro lado, encontré un bosque y busqué reposo; en un sitio, Lebu, en la araucaria, erguí mi refugio.
La caverna se convirtió en mi lecho, en mi protección.
Dormí en cuna de piedra,  el viento trajo voces mapuches que arrullaron mi sueño.
El fuego dio luz y elevó el termómetro en invierno, un surco de líquido tenue del Leufú refrescó mi sed, en otoño, el estío me despertó en  las arenas blancas, junto al mar.

Pero el hombre escuchó mi grito triste, me encontró durmiendo, solo cubierto con el horizonte, me abrió los ojos, me besó y me regresó del exilio.

25 LA PRUEBA DE LA ROSA

Una y otra vez, ella reclamaba su atención, usaba ropa ligera, leía mucho para tener temas de conversación, complacía todos sus gustos en la mesa, pero todo tiene un límite, trató entonces, de provocarle celos. Compró una rosa, la puso en el centro de la mesa, él ni siquiera la vio.
Al día siguiente hizo lo mismo, pero la colocó encima del refrigerador, a él le fue indiferente la inmensa rosa de Lebu; al tercer día, tomó una nueva flor en la mano, se sentó delante del televisor.
-¿Y esa flor?
-Me la regalaron.
-¿Quién?
Por respuesta, salieron dos lágrimas de sus ojos verdes. Al día siguiente él trajo un ramo de rosas, pero no tuvo a quién dárselas. 

jueves, 10 de octubre de 2013

24 EL PADRE

Jaime G.
En la bruma del tiempo olvidado en el ayer, Leuvu, el río padre quien le dio vida a la vida, se tiñó de sangre y sufrimiento cuando el hombre quiso por la violencia dominar al hombre, su hermano.
Fue tal la desilusión provocada por sus hijos, que un grito como ninguno antes escuchado surgió de las montañas donde el nacía, recorrió su cauce con gran furia destructiva y explotó en el mar con olas de tempestad.
La explosión fue tal, que las almas con odio se calcinaron hasta convertirse en carbón y fue destruida toda posibilidad de rencor entre los hombres.
Los sobrevivientes, por temor nunca más nombraron al padre por su nombre y le dijeron Lebu.

Fue tanta la energía liberada por esa furia que los astrónomos contemporáneos hurgando el infinito han encontrado en el espacio evidencias de aquel primer estallido; el cráter Lebu sobre la superficie del planeta Marte.

miércoles, 9 de octubre de 2013

23 TIEMPO PARA REÍR, TIEMPO PARA LLORAR

Chapetas
Juan y su hijo Manuel, de 17 años, regresaban de Concepción a Lebu al amanecer y ambos estaban ya cansados porque circulaban con mucha niebla, pero por fin estaban llegando a casa. De pronto el automóvil se salió de la carretera y volcó, quedando con las ruedas hacia arriba; el joven salió por la ventanilla con facilidad comprobando que estaba ileso, pero Juan estaba atrapado por el volante y pedía ayuda, mientras que a Manuel, al verse a salvo, le daba un incontenible ataque de risa. Su progenitor seguía clamando auxilio entre gritos, su retoño continuaba con las carcajadas en aumento y aparentemente sin intención de cambiar de actitud. Cuando el hombre ya desesperado, empezó a lamentarse a voces por haber engendrado semejante descendencia, el hijo por fin consigue sobreponerse y sentenciar: “Lo primero es la risa padre, aunque después pese”.

lunes, 7 de octubre de 2013

22 PESCANDO EN LEBU

Addín
En Santa Rosa, ciudad de Lebu, conocí a un Mapuche, era nieto de uno y vivía en la ciudad, pero estaba orgulloso de su raza. Una vez me invitó a pescar al río Lebu, donde hay especies desconocidas para mí. Mientras pescaba,  fue contándome  la historia de unas monjas fugitivas que se escondieron en la selva durante la guerra hace muchos años. 
En la orilla estaban lavando ropa unas indias hermosas y no pude evitar observarlas.
–No te distraigas, que aquí los peces son enormes y te pueden tirar al agua. Me dijo.
–No seas exagerado, en todo caso, me avisan con una picadita. En eso, siento la picadita y sigo observando a la chica que mi guiña un ojo y agarro fuerte el sedal, algo me arrastró por el bote y me lanzó al agua. Mi amigo riéndose, me dijo-. Te lo advertí.          

21 LA CHICA DE LEBU

Addín
Caminaba por la playa Millaneco, después de atravesar una cueva.  Me senté en la arena y vi a una muchacha corriendo con su mp3. Al pasar, se le cayó algo y corrí a recogerlo para dárselo. Era un libro pequeño de la biblioteca municipal de Lebu, contaba la historia de Benavides, un hombre que escondió un tesoro, que muchos han buscado. La llamé, pero no me escuchó y decidí leerlo. Enseguida volvió al lugar mirando a todas partes.
– ¿Buscabas esto?
–  Si, se me cayó.
   Te llamé y no me escuchaste.
   Estaba entretenida, gracias.
  Me gusta la historia de Lebu, soy cubano y vine a conocer.
– El lugar es mágico. Me dijo y le creí, en veinte minutos había encontrado mucho de que enamorarme. Me llevó a una piedra que hacía un ruido como un toro y allí le di el primer beso.   

20 EL CAIMÁN y EL SUSTO

Addín
Al llegar al río de Lebu, llamado Leufu por los Mapuches, me sorprendí. Los pescadores pasaban horas discutiendo sobre historia.
- El ocho de octubre fue fundada la ciudad. Decía uno de ellos y me acerqué a el. El hombre tenía una mirada penetrante y en cuanto me acerqué, me dijo.
- Tú no eres de aquí.
- No señor, soy periodista, estoy investigando el Arauca. Me miró y puso su mano en mi hombro.
- No deberías estar aquí, por las noches los caimanes salen del río y visitan las casas. Eso me dio escalofríos, pero me repuse.
- No tengo miedo, estuve en África.
- Bueno, allá usted.  Por la noche me jugaron una broma. Metieron un enorme lagarto por la ventana del cuarto donde me alquilé y al despertar, salí corriendo con mi cámara, desnudo. Luego, me enteré que era una iguana, nunca había visto una, pensé que era un caimán.   

sábado, 5 de octubre de 2013

19 TODO POR TI

Emile
Ella, él y la hija de él habían llegado a Lebu después de cinco horas manejando. Dejaron el auto estacionado  y continuaron el trayecto a pié.
 Cuando divisaron la caverna, el padre se dirigió a su hija:
-Entra, sé valiente. Te parecerá como un laberinto. Cuando llegues al final, espera hasta que yo te encuentre.
La niña obedeció. La pareja se alejó caminando mucho más allá, hasta una piedra con un orificio horadado.
-Aquí es- le dijo él-. La Piedra Bramido del Toro.
-¿Estás seguro que  quieres hacer esto? -le preguntó ella nerviosa.
-Es lo mejor para los dos
Cerraron los ojos. Una racha de aire marino hizo vibrar la piedra. Se escuchó un bramido, luego un galope y un grito de dolor reverberando a lo lejos.
El silencio sobrevino.
-Ya está -dijo él.
-Gracias-le respondió ella. 

Regresaron de vuelta al auto. Esta vez solos y de la mano.

18 EL PASTEL

Slayers
Desde hace semanas todas las noches parecen fundirse en una misma. A las diez y tres minutos mi madre aparece en el umbral del salón y camina hasta la cocina. Entonces se detiene siempre en la última baldosa antes de entrar y nos mira mientras se balancea adelante y atrás atrapada en un último paso que no se atreve a consumar. Yo me trago las lágrimas que mi abuela nunca se guarda mientras me pide silencio, respeto y comprensión. Yo comprendo qué mamá está tan atada a nuestro Lebu natal como a nuestros corazones. Pero yo no quiero mirarla más. No quiero guardar silencio. Quiero que se vaya. Que se dé cuenta que nunca llegó a la cocina. Que papá, en su locura, la alcanzó con el hacha a las diez y tres minutos. Que nunca llegó a saber si el pastel que nos preparaba estaba ya en su punto. 

jueves, 3 de octubre de 2013

17 JUAN

Luis Soto
Juan era serio, no reía. Ese martes no quería aceptar la defensa en el Juzgado de Garantía de Lebu.- Son más de cinco horas desde Santiago, pensó. Pero a regañadientes, aceptó. Esperó estar de vuelta pronto, antes que anochezca. Se durmió y de madrugada inició el trayecto en su vehículo. Una brisa cálida le dio la bienvenida a eso de las diez. La audiencia fue breve y el resultado satisfactorio, pero no rió.
Buscó un restorán para desayunar y planear el retorno. Se sentó frente a la mesa de una muchacha que lloraba desconsoladamente. Se acercó, le ofreció su pañuelo y conversaron unos minutos. Era de nobles ojos y de piel fresca. La miró, la acarició y delicadamente la mujer sonrió. Juan al verla sonreír, también lo hizo. Después, enlazados fueron a ver el atardecer a la Boca.
Juan esa tarde no volvió a Santiago.

Juan nunca más regresó.

miércoles, 2 de octubre de 2013

16 LA PLAYA DE LEBU

Pablo del Mar
Sigue esperando allí, donde tropieza el bosque y canta el mar la canción de los vientos, allí donde naufragan las botellas sin mensajes que abandonan marineros y sirenas, allí donde se mojan y se secan tierra y agua bajo el brillo del sol y de la luna…
Tiende su cuerpo lacio y te devora el alma. Desnuda, a cielo abierto, con su cadera rubia y el deseo salado de sus besos.
Ya ni se desde cuando soy su amante. ¡Tantos tiene! Que hay que llegar temprano a Lebu o irremediablemente te quedarás sin ella.

Cuentan que Pablo, el gran Pablo Americano, solo por darle celos -mientras la recordaba- dijo versos y loas a Isla Negra… Pero ella es tan mía y tan de nadie que ni lo tuvo en cuenta.

martes, 1 de octubre de 2013

15 UNA NOCHE CUALQUIERA

Arthur P. Grimes
Fue en Lebu donde el viento fue a esconderse entre las ramas de los árboles, fue allí donde el canto del pájaro de la madrugada se quedó prendido sobre los tejados de la ciudad, fue allí, no más lejos, junto al río que va a descansar al mar, donde una estrellada noche de primavera un soplo procedente de las montañas , trajo un dorado polvo que la brisa del valle arrastró, impregnando toda la villa, de uno al otro rincón, como áureos copos de estelas volaron cubriendo avenidas, parques y plazas por igual. Todos dormían en aquel preciso instante, salvo un pequeño ruiseñor que sobre los tejados de la iglesia esperaba al amanecer. El pajarillo remontó su vuelo hasta una elevación cercana, sobre un amasijo de rocas descubrió una montaña de oro, como un bruñido serrín sobre el que una nube soplaba y soplaba esparciéndolo por doquier, una estrellada noche cualquiera.